martes, 7 de diciembre de 2010

El racismo nuesrto de cada día

Hay que recordar que

El fin de la esclavitud
El fin del trabajo infantil
El voto de la mujer
El divorcio
La enseñaza obligatoria
La jubilación
Las pensiones
El descanso del fin de semana
Las vacaciones
La sanidad universal y gratuita
El derecho de sindicación y de huelga
La jornada de 40 horas
La ley de dependencia
El matrimonio homosexual
La equiparación de los discapacitados


Son cambios y mejoras que siempre han impulsado los progresistas y cuando los han conseguido, la sociedad ha crecido económicamente y en calidad de vida.

Los conservadores siempre se han opuesto a las reformas y cuando han gobernado se han limitado a tolerarlas y frecuentemente a reducirlas.

Estamos en crisis, y esta vez es una crisis sistémica, es decir el sistema falla, pero no lo hace por un despilfarro de ayudas sociales, falla porque la economía especulativa ha desplazado a la economía productiva, aquella en la que casi todos trabajamos.

Los conservadores y la derecha piensan que esta es su ocasión para desmontar los avances conseguidos a lo largo de muchos años, no es casual el auge de la extrema derecha y crecimiento del racismo. Son grupos e ideas que los conservadores utilizan para confundir y enfrentar a los trabajadores unos contra otros.

Los progresistas y de izquierdas debemos movilizarnos: esta crisis se resolverá con más políticas sociales, jamás con un recorte de las mismas.

Toca moverse.



¡¡SE PUEDE…Y SE DEBE!!

martes, 23 de noviembre de 2010

Dos futuros venturosos

¿Por qué los políticos recuerdan las necesidades de las personas justo en el momento en que comienza la campaña electoral? ¿Por qué dedican su mandato a contentar a los poderosos, a las llamadas “fuerzas fácticas”, y sin embargo durante la campaña electoral repiten una y otra vez promesas para que las escuche el “pueblo”?
La respuesta es que los poderosos no votan y el pueblo, en cambio, sí. Sin embargo, como hemos dicho antes, parece que los políticos gobernaran para los que tienen el poder (las grandes corporaciones, los bancos, las personas con rentas altas) y se dedicaran a convencernos de lo contrario, es decir, que gobiernan para nosotros. La paradoja de todo esto es que, como podemos saber escuchando sus promesas (pensiones, mejoras en la distribución de la riqueza, sanidad, trabajo), los políticos y sus asesores, ¡SABEN LO QUE PREOCUPA AL PUEBLO! El problema es que también saben lo que preocupa a los poderosos.
Debemos rescatar la política de ese bazar de promesas hipócritas en que se ha convertido nuestra democracia. Un político no está obligado a prometer que nos hará más felices si le votamos, ya que éste no es su cometido, pero sí está obligado a idear medidas que hagan la vida social más fácil, medidas reales contra problemas reales, no fantasías o cuentos chinos sobre un país en el que todos debemos estar la mar de contentos simplemente con mirar una bandera o cantar un himno. Debemos votar a los políticos que son conscientes de sus limitaciones, no a los que están seguros de poder hacer que lleguemos a Júpiter en la próxima generación, acabar con la crisis y que nos toque la lotería a todos si votamos a su partido.
Un político no es un tele predicador, no es un prestidigitador, no es un milagrero, sino un gestor de medios reales y como tal ha de comportarse. Un político no es un entrenador de fútbol, ni un famoso, ni un payaso. No debe divertirnos, debe administrar un país. La política, en tanto nos afecta a todos, no puede ser como aquel número de Los Luthiers en que un enamorado le prometía a la chica de sus sueños un futuro venturoso y su rival, para no quedarse atrás, le prometía entonces dos futuros venturosos. Lo que es evidente es que ese futuro, sea o no venturoso, depende de nosotros, de aquellos a los que, sabiendo lo que saben, los políticos se dirigen durante las campañas y olvidan enseguida.    
       
                                                                             ANTONIO MUÑOZ LORENTE

viernes, 19 de noviembre de 2010

Si no votamos ¿quien se beneficia?

DE QUÈ PARLEM QUAN PARLEM DE POLITÍCA?



Quan parlem de política parlem de salut, de supervivència d’hospitals públics, de possibilitats de tractaments generalitzats  i gratuïts; d’educació per tothom, també pels  que treballen i volen fer nocturn,  d’escoles de bona  qualitat; de parcs pels nostres fills, de locals pels joves; de sexualitat, d’amor, de la possibilitat d’emparellar-nos amb qui vulguem i gaudir tots dels mateixos drets legals, com el dret a l’adopció; quan parlem de política parlem de les  garanties d’un judici just; de llibertat d’expressió, reunió i organització; de carreteres, aeroports, ports, trens i bicicletes; d’energies netes i renovables; de menjar sa; de l’esport...
De què parlem quan parlem de política? De la vida  i la mort; del bé i del mal; del dret al treball, la vivenda, el  consum; d’unes millors condicions de vida per tothom o de perpetuar la dictadura econòmica dels bancs i les multinacionals; de violència de gènere; d’igualtat entre homes i dones; de majoria  d’edat; del dret a una mort digna; de buscar nous horitzons per la convivència; de cultura;  de llengua; d’identitat col·lectiva... Quan parlem de política parlem d’albades i ocasos, d’inversions i traspassos, de majories i fracassos.
De què parlem quan parlem de  política? De participació, de vincles, de tradicions, de festa, de família, de conciliació, de reducció de la jornada laboral, de permisos d’infantament,  d’amics, de reunions, de manifestacions, de  reivindicacions, d’història, de present, de futur...
De què parlem quan parlem de política? d’ell, de tu i de  mi, però sobretot... de nosaltres; de la possibilitat que tenim de gestionar la convivència col·lectiva amb l’horitzó d’un benestar compartit no per negligit  menys cobejat.
                                                          
                                                                     Josep muñoz redón.

martes, 16 de noviembre de 2010