Se habla mucho de rescatar la economía española, de alzas en las bolsas, de presiones exteriores, de vacas flacas, de vacas gordas. El conseller de Sanitat del nuevo gobierno de CiU aconsejó a los ciudadanos que se hicieran de una mútua sanitaria privada. Es algo semejante a que su médico de cabecera le aconsejara acudir al curandero, pues él no tiene tiempo ni ganas de atenderle. Si antes del verano el tema estrella parecían ser los casos de corrupción inmobiliaria en toda España, el nuevo monigote de los media son ahora las primas de riesgo, la caida de la economía portuguesa y los apetitos económicos irrefrenables de Angela Merkel. Javier Arenas, otro leviatán de la economía (de la suya especialmente) aconsejaba no caer en triunfalismos (?) y mirar a Alemania, que va a "crecer" espectacularmente en estos meses que se avecinan, mientras nosotros nos damos con un canto en los dientes. En realidad, Merkel está admirada de que Zapatero sea incluso más de derechas que ella. Y Arenas lo sabe.
Es probable que tardemos años en analizar las pérdidas reales que va a generar esta crisis. Y estás pérdidas no serán en puestos de trabajo o en pobreza inmediata: la destrucción de empleos y la miseria a la que los trabajadores se han visto abocados en las tres últimas décadas continuará al mismo ritmo si el neoliberalismo sigue dominando la economía; no vienen determinadas por la crisis, sino por la bonanza de los que se han apoderado de la economía. Las altas finanzas no quieren saber nada de la economía diaria: se la cambian a los cromos como niños pequeños. ¿Saben que cada una de las tres firmas de control crediticio que ponen Aes y Ues a la economía española pertenece a una multinacional norteamericana? Es algo que cuesta entender: ¿cómo se explica que una empresa pueda poner precio a un país y que éste encima le pague por ello? Cosas de la economía. dirán ellos. No se dejen engañar.
Lo que estamos perdiendo a pasos agigantados es la capacidad de analizar lo que sucede. Los intérpretes de nuestra realidad son Arenas, Belén Esteban, Intereconomía y Mourinho[1], y no necesariamente en ese orden. Es ese estado de miseria analítica, de incapacidad para darnos cuenta de lo perverso de los mensajes que diariamente se nos presentan en los media y en el consenso de los que sirven a las ideas lo que constuye la pérdida peor de esta época. De esa crisis debemos rescatarnos nosotros. De esa crisis si que somos rehenes.
[1] El lector puede estar tranquilo, el que esto escribe desprecia el deporte como una actividad nociva intelectualmente. Donde puse Mourinho pude haber puesto Guardiaola o... (lo siento, ya no conozco a nadie más).